12.10.2014 //
La rentabilidad de la educación
En un reciente viaje a Singapur, quedé impresionado por cómo es esta ciudad estado del sudeste asiático.
A parte de ser una potencia económica y, pese a su reducido tamaño, es un líder mundial en educación.
En los años 60 y 70, el país no acababa de despegar, recientemente independizado y con serias dificultades económicas no encontraba su rumbo. En ese momento, sus dirigentes decidieron invertir una parte muy importante de su PIB en educación pública (a todos los niveles). Se invirtieron millones en nuevas escuelas, material didáctico y formación del profesorado. En ese mismo momento, Singapur también lanzó un gran programa de vivienda pública que aún se mantiene hoy en día (el 80% de su población reside en vivienda pública, por la que solo pagan una pequeña cuota mensual). Estos dos ingredientes garantizan una igualdad de oportunidades sin igual en el resto del Mundo y han sido capaces de demostrar algo muy importante: la inversión en educación puede ser rentable, muy rentable. Hay multitud de ejemplos: la población de Singapur es muy diversa, multitud de lenguas, religiones, colores de piel, etnias… y todos conviven sin el mayor de los problemas. La educación en multiculturalidad es clave para mantener este equilibrio: no hay noticias de conflictos étnicos, existe una harmonía total a nivel civil y se aprovechan de sus diferencias, existiendo un total respeto a como es el vecino o compañero. Sin una educación correcta, ésto, no sería posible.
El efecto más inmediato para ver esta rentabilidad tarda en llegar. No es sencillo ver los efectos a corto plazo de la inversión en educación, pero es muy interesante como, „subiendo corriente arriba” se pueden cortar de raíz problemas que se presentarán en el futuro; por ejemplo, hay ciudades donde se invierten miles de millones en obra civil para solucionar el tráfico, que es un problema. En gran parte de los casos, este efecto es limitado, es decir, solo dura unos meses ese alivio del tráfico, ya que en seguida vuelven a congestionarse dichas infraestructuras. Si educamos a nuestra gente a utilizar menos el vehículo privado, a moverse en bicicleta o a el uso del transporte público, quizá estas caras inversiones no sean tan necesarias.
Hay multitud de ejemplos de este tipo.
Relación empresa-Universidad
Hace unos años participe en una conferencia organizada por la Universidad de Taskent en Uzbekistán sobre la relación empresa y universidad. Destaco varias conclusiones que merecen la pena revisar y comentar.
El caso de Estonia: este país báltico formó parte de la URSS hasta el año 1991. Durante el periodo soviético, los dirigentes de Moscú tuvieron que lidiar con el nacionalismo en ese estado, que estaba en alza. Una de las medidas tomadas, para evitar la aparición de líderes nacionalistas fue la de limitar las Carreras de letras en las universidades Estonias, potenciando enormemente la ingeniería, matematica y tecnología. Las plazas para filosofía, historia o derecho eran muy reducidas, mientras que se licenciaban miles de perfiles técnicos cada curso.
En el periodo post-soviético y hasta nuestros días, Estonia ha sido y es líder Europeo en IT y tecnología Sin ese importante número de ingenieros, esto no habría sido posible.
El caso de Wrocław: la ciudad es eminentemente académica, con una universidad que destaca sobre el resto. La Universidad Politécnica y la Univerdidad de Económicas de Wroclaw son de muy alta calidad. El resultado, es que estas instituciones han servido como polo para atraer a empresas tecnologicas de alto nivel: Google, IBM, HP, Nokia Siemens, ABB e importantes bancos internacionales tienen su sede o centro de operaciones aquí: Santander, Credit Suisse, Société Générale, Crédit Agricole entre otros. La existencia de estos centros educativos ha generado el hecho de que muchas multinacionales se instalen allí. La mano de obra de calidad está garantizada. El desarrollo de sinergias entre la universidad y la empresa se traduce en simposios, encuentros, becas y centros de excelencia dando apoyo a las empresas en determinados proyectos.
César Sánchez, es economista en Banco Santander Polonia y guest lecturer en la Universidad de Cantabria.